lunes, 25 de agosto de 2014

En el camino

Una oda al movimiento.

Hay libros que se cruzan en tu camino de forma recurrente. De cuando en cuando son mencionados en algún periódico, una revista, una película… Son los libros que tarde o temprano sabes que tendrás que leer, aunque solo sea por el placer que da oír hablar de algo que conoces.

De esta guisa irrumpió la novela En el camino. Un artículo por allí, una cita por allá hasta que, un día cualquiera, decidí que había llegado el momento de leerla. A pesar de las innumerables referencias que me habían llegado, solo recordaba de ella lo típico, que es un clásico de la literatura norteamericana, una novela de culto y uno de los máximos exponentes de la generación beat, en la que además de Jack Kerouac —su escritor—, podemos encontrar a Allen Ginsberg y William Burroughs. Como En el camino tiene tintes autobiográficos, la historia que cuenta está protagonizada por todos ellos, además de, seguramente, el personaje por antonomasia de la novela, un tipo bastante peculiar que en la vida real se llamó Neal Cassady y que en el libro aparece con el pseudónimo de Dean Moriarty. De hecho, una de sus frases más célebres está entre sus primeras hojas: «Con la aparición de Dean Moriarty empezó la vida que podría llamarse mi vida en la carretera».

La novela trata precisamente de eso, de la alocada vida en la carretera del narrador Sal Paradise —el álter ego de Kerouac— junto a Dean Moriarty y otros amigos, chicas, autoestopistas y vagabundos de diversa índole. La obsesión de Dean es estar en constante movimiento, y a esta aventura vertiginosa son arrastrados todos los demás. De hecho, la atrayente, seductora y carismática personalidad de Dean es uno de los principales atractivos de la novela. Junto a estas cualidades, el personaje que supuestamente esconde a Neal Cassady presenta algunas facetas oscuras que el narrador pone sobre el tapete sin crítica ni censura. Todo ello conforman a un personaje que se ha convertido en el paradigma de los beatniks y de los, hoy tan de moda, hipster. Pero más que un look determinado—la mayor parte de la novela este pionero del movimiento hipster viste con ropa sucia y desgastada o abre la puerta de casa en calzoncillos o desnudo—, Dean Moriarty representa una forma de vivir, en la que lo importante es maravillarse por todo, descubrirlo todo, extraer cada gota de intensidad a la vida, sin mirar atrás ni asumir las consecuencias derivadas de tus acciones. Y, para ello, es inevitable estar en constante movimiento.

Una de las características más originales que se atribuye a esta novela es el estilo en que está escrita que por lo visto se define como bop, y que surge mediante impulsos, de forma desinhibida, espontánea, improvisada, tratando de reflejar lo más fielmente la vida frenética de sus protagonistas, su vagabundear a lo largo y ancho de los Estados Unidos. Precisamente, sobre el proceso de escritura de la novela se ha dicho y escrito mucho: la explosión creativa que supuestamente llevó a Kerouac a redactar las más de trescientas páginas en tres semanas, la influencia de las drogas, el manuscrito original sin márgenes ni puntos y aparte de 36 metros de largo al que el escritor denominaba ‘el rollo’, etc.

Como anécdota, decir que parece ser que En el camino ayudó a la mitificación de la archiconocida ruta 66. No en vano, son multitud las ciudades y estados norteamericanos retratados en esta novela —Nueva York, San Francisco, Nueva Orleans…—, aunque, en mi opinión, es especialmente interesante el último viaje, la incursión de sus protagonistas en México.

Lo mejor que para mí tiene En el camino es que te insufla ganas de vivir intensamente, de viajar, de descubrir otros lugares e incluso de encadenar una juerga detrás de otra. Lo peor es que cuando cierras el libro te asalta de nuevo la normalidad, la rutina, la responsabilidad. Es, sin duda, una buena novela para evadirse; un libro que, en mi opinión, está lejos de los grandes clásicos de la literatura, pero que tiene bastante interés, no solo literario sino, sobre todo, porque refleja un espíritu y una época que nunca pasará de moda. En el camino es, ante todo, una oda al movimiento.

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