viernes, 31 de enero de 2014

Jobs

Steve Jobs no siempre es sinónimo de calidad.



No hay duda de que Steve Jobs es uno de los grandes personajes de finales del siglo pasado y principios de este. Visionario, emprendedor, carismático y cofundador de una de las mayores empresas del mundo, que ha llenado nuestros hogares de cachivaches tecnológicos: iPod, iPad, iPhone, Mac,…

La película Jobs, del director Joshua Michael Stern, intenta hacer un recorrido por la biografía de este icono de nuestro tiempo. Comienza con un Steve Jobs ya maduro presentando ante los trabajadores de su empresa el iPod, el reproductor de música de bolsillo que probablemente supuso el anticipo de la gran revolución de los dispositivos tecnológicos que disfrutamos y sufrimos actualmente.

A continuación la película retoma los tiempos de juventud de Jobs: sus amigos, su novia, sus escarceos sexuales, sus coqueteos con las drogas y, sobre todo, su peculiar forma de ver la realidad. La cinta ya nos anticipa a un personaje con la firme convicción de cambiar el mundo, inspirado en la filosofía «think different», que unos años más tarde sería el lema de la empresa con nombre de fruta.

Después la película se centra en la creación de Apple, cofundada por el propio Jobs y su amigo Steve Wozniak. De la combinación de ambos caracteres (el ímpetu y visión de Jobs y el cerebro privilegiado para la electrónica de Wozniak) surge Apple I, un ordenador que, menos de 40 años después, parece una herramienta prehistórica. A partir de ahí, el lanzamiento fulgurante de la empresa, los problemas de Jobs con la Junta directiva que le lleva a abandonar la empresa y su regreso triunfante más de diez años después.

En mi opinión, la película no acaba de cuajar. Aunque a ratos el protagonista principal, Ashton Kutcher, parezca un calco del propio Jobs, su actuación no termina de convencerme. No es fácil que un mismo actor haga durante años del mismo personaje sin más ayuda que un corte de barba o un cambio de vestuario. También puede ser que el aire de adolescente guaperas y gamberro del actor no contribuya a la causa de hacer creíble su trabajo. No me parece que lo haga tan mal como para estar nominado a los Premios Razzie, pero tampoco le servirá esta actuación para dar un salto de calidad en su carrera.

Otro problema que tiene la película es su inevitable comparación con la estupenda La red social, de David Fincher. En este caso el director sí lograba hacer convincente una historia que narra la creación de Facebook y nos desnuda brillantemente a su creador: el genial y controvertido Mark Zuckerberg.

Jobs no llega tan lejos. Aunque la película también muestra los aspectos más controvertidos del genio de la tecnología, la historia no acaba de funcionar, de convencer, de emocionar. Y creo que Steve Jobs daba para eso y mucho más.