domingo, 20 de octubre de 2013

Gravity

Cumplir un sueño de la infancia.


¿Qué quieres ser de mayor? Que levante la mano quien pueda asegurar que durante su infancia no fue sometido al molesto interrogatorio sobre la profesión a la que le gustaría dedicarse cuando dejase de ser un crío. Estoy seguro de que nadie puede afirmar abiertamente que jamás le hicieron esta pregunta.

Y aunque las respuestas deberían ser tan diversas como ocupaciones laborales existen, cuando yo era un chaval, la mayoría de los niños contestaban que querían ser astronautas. Yo no puedo recordar mi respuesta. Reconozco que siempre me han incomodado y fastidiado las preguntas inoportunas.

Los niños tienen la grandísima suerte de no tener que vivir en el futuro. Para ellos todo es presente, o mejor dicho, todo es el momento, ese instante en el que están viviendo. Pueden pasar rápidamente de la risa al llanto, del entretenimiento al aburrimiento, de la actividad frenética al sueño más profundo. Y los adultos, que andamos con la cabeza en cualquier otro momento distinto al que estamos viviendo, nos empeñamos en estropear uno de los más bonitos privilegios que tiene la infancia.

Pero volvamos a la respuesta. Ni yo, ni ninguno de los chavales que fueron niños cuando yo, podríamos haber citado el nombre de ningún astronauta famoso. Ni siquiera ahora soy capaz de dar más de media docena de nombres. Españoles únicamente podría mencionar a Pedro Duque y a Miguel López Alegría, ese tipo que pese al nombre castizo hablaba peor español que un guiri en un recital flamenco.

De haber visto la película Gravity, de la que voy a hablar hoy, es posible que los que respondían tan alegremente lo de astronauta se lo hubieran pensado dos veces. Porque la película no cabe duda de que tiene sus defectos, que los tiene, pero creo que nunca he sentido la experiencia de estar en el espacio de una forma tan real como durante el transcurso de la cinta.

Gravity, a la que yo hubiera llamado A la deriva,  es un prodigio visual. Las escenas de la Tierra son realmente maravillosas. El espectador queda sobrecogido, porque mientras uno está viendo Gravity, siente en todo momento que realmente está en el espacio. Aunque probablemente sea el tipo de película que si no la ves en el cine, y en 3D, pierda la mayor parte de su encanto, porque el guión, que lo tiene, no cuenta más que una historia de superación personal que pone a prueba el instinto de supervivencia. Y eso ya lo hemos visto muchas veces.

De las interpretaciones es un poco difícil hablar. Los dos únicos protagonistas se pasan casi todo el tiempo enfundados en sus trajes de astronauta. Y así resulta difícil evaluar su trabajo. George Clooney, en el papel de Matt Kowalsky, hace creíble su personaje. El señor Clooney es un tipo que parece realmente encantador. Y así se nos muestra a Matt Kowalsy. En cuanto a Sandra Bullock, que normalmente no me gusta, tampoco puedo ponerle muchos peros. Ambos están correctos en una película que pese a tener dos únicos actores, no es una película de interpretaciones.

Tampoco, como ya he comentado anteriormente, importa demasiado el argumento. Los traumas de la doctora Ryan Stone (el personaje de Sandra Bullock) podrían haberlos dejado fuera del guión sin que pasara absolutamente nada. Respecto a sus traumas, que no desvelaré, únicamente me ha gustado el juego de que surgen de la mala suerte, de un desgraciadísimo y absurdo accidente y, sin embargo, durante toda la película ella está tocada por una varita que reparte más suerte que el calvo de la lotería de Navidad. O, como dirían algunos, «ha nacido con una flor en el culo».

Si la película no tiene demasiado argumento y las interpretaciones no llaman la atención, ¿por qué me ha gustado Gravity? Porque durante los 90 minutos que dura, he cumplido el sueño de la infancia de los niños de mi generación: me he sentido como una astronauta que viaja por el espacio exterior. He sentido el silencio, he sentido la grandeza de saberse pequeño, he sentido la inmensidad del universo. Solo por eso merece la pena verla.

2 comentarios:

  1. y si que se merece la visión, ya solo por el uso genial que se hace del 3D... y por esa sensación de pertenencia que decís también... que la Bullock no esté mal es un mérito también jaja... salu2...

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  2. Muchas gracias por tu comentario JLO. Sandra Bullock no es santo de mi devoción. Y, desde luego, es una película para ver en 3D.

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