Los
viernes por la noche me encanta ver una película. De poder consumar este acto,
inmediatamente se convierte en uno de mis momentos favoritos de la semana. El
viernes pasado pude llevar a cabo mi propósito. En esta ocasión, la película
elegida fue Hitchcok, del
director Sacha Gervasi.
Mis
expectativas no eran demasiado altas. Las críticas que había leído me
predisponían a una película del montón, de las muchas que he visto, de ésas que
transcurren sin pena ni gloria y que son pronto presa del olvido. Aun así tenía
ganas de verla, ya que la atracción que suponía ver un biopic del genial Alfred
Hitchcok —si no es mi director favorito, al menos es uno de ellos— superaron
cualquier reticencia y me senté delante del televisor con firmes deseos de
disfrutar plenamente de mi viernes por la noche.
El
resultado final, efectivamente, no puede ser considerado una obra de arte, pero
la curiosidad por conocer los detalles que supusieron el rodaje y distribución
de una de las mejores películas de terror de todos los tiempos, Psicosis, hace que sin duda
merezca la pena la visión de la cinta.
No
pretendo hacer una crítica convencional, así que no hablaré de la actuación de
Anthony Hopkins en el papel del cineasta, el cual no sé si bien por obra de un
maquillaje que estuvo nominado a los premios Óscar y BAFTA o bien por la
solvencia del actor, casi siempre nos recuerda que estamos ante la figura del
maestro del suspense que tantas veces hemos visto por televisión. Tampoco
hablaré de la siempre eficaz interpretación de Helen Mirren en el papel de la
esposa de Hitchcok (y parece ser que corresponsable intelectual de la maestría
de sus cintas), ni de las siempre estupendas (al menos en cuanto a dotar de
belleza a los fotogramas) Scarlett Johansson y Jessica Biel.
Únicamente
me quiero centrar en tres aspectos que me han parecido especialmente curiosos y
fascinantes:
·
La escena de la reunión con la oficina de censura.
Por lo visto Psicosis fue la primera película en la que los
censores estadounidenses permitieron la aparición de un váter; incluso permitieron
que éste apareciera en funcionamiento. En los tiempos que corren, esta anécdota
provoca ganas de reír. No hay duda de que los tiempos han cambiado. Pero si uno
lo piensa dos veces y se imagina lo que tuvieron que soportar algunos cineastas
con talento para poder obtener el sello que daba vía libre a la distribución de
una película, y que quedaba en manos de una pandilla de ignorantes a los que
algún imbécil de mayor rango había concedido dicho poder... Quizá no hayan
cambiado tanto los tiempos.
·
La escena de la ducha.
Sin duda, la escena de la
ducha ha contribuido a que Psicosis sea una de las películas más
recordadas de la historia del cine. Al igual que Tiburón hizo que naciera en los espectadores
el miedo a bañarse en el mar, Psicosis provoca en el que la ve una
inquietante sensación cada vez que se mete en la ducha. No en vano, la actriz
protagonista de la escena, Janet Leigh, quedó traumatizada tras ver el montaje,
y no se duchaba a menos que se sintiera absolutamente protegida. Esta escena ha
hecho mucho daño a la higiene personal, y no me cabe duda de que las actuales
mamparas minimalistas y transparentes de los hoteles se idearon para evitar el
síndrome Psicosis, que nos hace imaginarnos a Norman Bates vestido de abuela
detrás de la cortina de la ducha de cualquier hotel, especialmente si es un
motel de carretera. Para que los espectadores alcanzáramos la psicosis total en
torno al momento de la ducha contribuyó sin duda la espeluznante ¿música? de
Bernand Hermand.
·
El manual para vender la película que ideó Hitchcok.
Esto fue sin duda una
brillante campaña de promoción surgida de la mente de un genio, no únicamente
desde el punto de vista cinéfilo, sino también desde el punto de vista
empresarial. Hitchcok dio una serie de instrucciones detalladas a los cines
para la retransmisión de la película, lo que contribuyó a generar una enorme
expectación en torno a sus proyecciones. Cualquier artista que pretenda vender
su obra debería tomar nota de las lecciones magistrales de márquetin que nos
dio el maestro del suspense.
Para
todos aquellos que, como a mí, le han entrado ganas de ver de nuevo Psicosis, aquí les dejo su
escena más famosa. Permítanme un consejo: si tenían pensado ducharse, háganlo
antes de verla…
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