El valor de la contención.
Aunque el término “alentador” no sea adecuado para
definir al libro Intemperie, sí me
sirve para describir todo lo que lo rodea. Que un tipo medio extremeño medio
manchego afincado en Andalucía escriba una primera novela, que se la publiquen
y que haya alcanzado el éxito no solo en España sino en varios países de Europa,
es sin lugar a dudas una noticia alentadora.
Lo mejor es que dicho logro no hay que
buscarlo en una de esas impactantes campañas de marketing que convierte a los
personajes anónimos en famosos durante un tiempo, sino que el mérito (por una
vez y, ¡por Dios!, que sirva de precedente) está en que el tipo ha escrito un
novelón que te atrapa de principio a fin con un despliegue de técnicas
narrativas más propias de un escritor consagrado que de uno primerizo.
Las virtudes de Intemperie son muchas: el lenguaje rico y preciso, lo que no se
dice, la trama envolvente,…Pero, para mí, su principal atractivo está en que el
lector siente lo que sienten los personajes: el calor abrasador, el hambre, la
sed, el miedo…; en definitiva, toda una serie de sensaciones primarias que tanto
el niño protagonista como el cabrero que lo acompaña padecen a lo largo de toda
la novela.
Jesús Carrasco, el autor, dice que su inspiración
está en escritores como Cormac McCarthy o Carver. Quizá esta novela me haya
recordado un poco a La carretera, el
libro que ganó un Pulitzer y que se convertiría posteriormente en película.
Creo que el señor Carrasco tiene la capacidad de reducir a la mínima expresión
sus historias, al igual que los anteriormente citados grandísimos narradores, e
intuyo que conforme vaya publicando irá uniendo más virtudes que harán de él
uno de los mejores escritores de nuestro país. Lo deseo firmemente porque,
además de buen escritor, he leído un par de entrevistas suyas y me parece un
tipo al que realmente merece la pena escuchar.
Intemperie empieza con un niño
escondido en un agujero, huyendo de no sabemos qué. Después, a medida que se va
desgranando la novela, vamos conociendo más aspectos de la dureza de su vida y
de lo que le queda por pasar en su búsqueda por la libertad. En definitiva, nos
hallamos ante un relato prodigioso que atrapa al espectador y lo machaca con
altas dosis de violencia e incluso dureza y, sobre todo, con el valor de la
contención.