sábado, 30 de noviembre de 2013

Numb

La música como arma para evitar entumecerse.

La retransmisión por televisión del campeonato de Fórmula 1 de este año me ha regalado una agradable sorpresa. No se trata, como me hubiera gustado, de haber eliminado esa exagerada publicidad tan molesta, cansina e inoportuna que estropea las carreras. Esos interminables anuncios que en más de un gran premio han provocado que nos perdamos los mejores momentos mientras nos mostraban a un tipejo encantado con su nueva cuchilla de afeitar. Es patético, pero, una vez más, manda la publicidad. Hasta que nos hartemos y, armados con el arma de la indiferencia o el olvido, los televidentes decidamos degollar a su gallina de los huevos de oro.

La sorpresa ha venido en forma de música. Antena 3 ha rescatado una de esas canciones que escuché hasta la saciedad durante mi adolescencia, una de esas canciones que en cuanto terminan necesitas volverlas a poner, una y otra vez, de forma compulsiva, como ocurre con la publicidad de Antena 3.

La canción es de U2, uno de mis grupos favoritos, que han compuesto no solo muchas de mis canciones preferidas, sino que algunas de ellas ¾como es el caso de With or without you o I still haven't found what I'm looking for¾ son, por motivos que no vienen al caso, las canciones que sonaban durante algunos de los momentos más bellos e importantes de mi vida.

Pero hoy toca hablar de Numb, que en español se traduciría por Entumecido, un tema compuesto y cantado por The Edge, si es que acaso podemos definir como cantar esa forma que tiene el irlandés de ir recitando cada uno de los versos, de forma monótona, como si fuera un monje recluido en una capilla de oración.

Le suelo dar mucha importancia a cómo empiezan las canciones (¿decidieron ya cuál es el mejor comienzo de canción de la historia?) y, en este caso, el inicio es impresionante. Una batería suave y una guitarra con un sonido muy característico que marca los acordes, que define la armonía, que le indica a The Edge hacia dónde entonar su oración.

También hay ruido, diferentes sonidos que aparecen y desaparecen, hasta que llegamos al estribillo. Es entonces cuando Bono introduce una única frase sencilla y pegadiza, melódica, cantada en ese falsete que hace a Bono un cantante único.

El contraste entre el mantra grave y monótono de The Edge y el falsete de Bono convierten a la canción en un tema fantástico, en el que prima la sencillez, en el que cada palabra, cada ruido, cada sonido tiene sentido. Incluso la melodía de ese organillo que en cualquier otra canción hubiera podido parecer ridícula, aquí suena fantástica.

De la letra apenas voy a hablar. Es densa, profunda, con un ligero toque transgresor. Habla de esos momentos en que nos sentimos entumecidos, en que desde fuera nos marcan lo que debemos decir y hacer o, mejor dicho, lo que no debemos decir o hacer. Lo que debemos pensar. Lo que debemos comprar. Como cuando nos abandonamos resignadamente a los dictados de la publicidad.